domingo, 11 de septiembre de 2011

Bye bye Summer 11'

Corto pero intenso, seguramente el verano más breve que he vivido. Empezó por todo lo alto el 18 de junio, último día de Selectividad, donde todos sabíamos que la suerte había sido echada y esperábamos que se nos concediese entrar a la Universidad y estudios que queríamos cursar. Facebook y el boca a boca nos ha ido dando buenas noticias, casi todos lo hemos conseguido :)

También recuerdo la verbena de San Juan, siempre diferente y mágica. Mientras muchos se iban de fiesta a grandes locales, nosotros nos quedamos en un plan más íntimo, en casa de los abuelos de mi mejor amiga, Miriam, (a la que por cierto dedico esta entrada, que me ha insistido mucho en haber cuándo actualizaba el blog) con una coca casera para chuparse los dedos.

Está claro que lo que más identifica el verano son sus días de playa, en los que se desconecta de la rutina y te pierdes en la serenidad del azul que te rodea, aunque el julio pasado ha sido el más lluvioso en 50 años o algo así y tampoco fueron muchas las ocasiones en que se pudo ir. Pero de este mes recuerdo con gran cariño el concierto de The Pretty Reckless en Razzmatazz, las estupendísimas rebajas y alguna que otra noche más de estas que llegas destruida a casa. Y hablando de cosas más serias, me comunicaron que había entrado en la Universidad Autónoma de Barcelona a estudiar lo que quería: Administración y Dirección de Empresas y Derecho, dejando el buen sabor de boca del trabajo bien hecho.

Agosto ha sido un suspiro, es tan injusto que cuando más disfrutes del momento el tiempo se desvanezca de las manos. Desde luego, no le voy a quitar protagonismo a algo de lo que aún no he hablado por aquí pero que me ha marcado muy positivamente de por vida, empujándome a dejarme los dos próximos veranos los codos trabajando para conseguir dinero para Río de Janeiro: la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Madrid. En vano puedo hablar por aquí, porque hace falta vivirlo con tu espíritu para sentir como se te ponen los pelos de punta cuando ves dos millones de personas amaneciendo en Cuatro Vientos, todos con las mismas ilusiones, las mismas ganas, el mismo objetivo: reafirmar nuestra fe, que en estos días anda de capa caída; o cuando miles de jóvenes de tu misma edad, con una vida como tú, se levantan para ser sacerdotes o monjas y se te hace inconcebible pero te sale del alma aplaudir y gritar con alegría, hay que tener valor para hacerlo y, de verdad, sentir algo más. Aunque muchos querían rebentar el evento, en nuestro grupo tuvimos una gran suerte y allá por donde fuimos peregrinando - Vic, Sigüenza, Segovia, Ávila, Madrid y Zaragoza - (además de hacer turismo en plan amigos, que mola que te cagas xD) no tuvimos problemas, no nos agredieron, no nos insultaron y no nos escupieron, como a tantos les pasó los días previos en Madrid. Me inspiraron en esos momentos una gran pena esta gente, hay que estar realmente mal en tu fuero interno para tratar a tu prójimo de esa forma, todo dentro de una "democracia" donde existe la "libertad religiosa". En fín, pasé momentos de rabia pero ya se nos advirtió que la persecución es algo que nos íbamos a encontrar seguro así que nos dedicamos a disfrutar de la experiencia al máximo: bailando hasta las tantas de la madrugada, chapurreando inglés, italiano, o una mezcla de todo, y sobretodo aprendiendo. Personalmente, me fue muy bien ir, llegué renovada e incluso me dió un pequeño "bajón" porque venía con unos ánimos que en mi casa no había, sobretodo después de una desgracia que ha pasado en mi família, aprendí a aceptar mi cruz, el sufrimiento del día a día y a no juzgar sin saber, a perdonar, a compartir; mejoré como persona.

Con varios Facebook's de amigos extranjeros volví a casa de unos días que se me hicieron un instante y el 29 de agosto empecé un curso de matemáticas en mi facultad para ponerme a punto con el nivel necesario para la carrera (aunque de integrales sigo flojísima). Hasta llegar a ayer, donde fuimos a San Adríán del Besós, a su Ruta del Quinto y otras fiestas, a darlo todo en la última noche de verano. Una noche que para mí tuvo un significado especial, todos sabíamos que a partir de ahora nos toca tirar del carro y trabajar duro para conseguir las metas que nos propongamos y que eso conllevaría no podernos ver tan a menudo y la tarea de mantener caliente la amistad.

Otro verano que se va, este, diferente, sin vacaciones con los padres, sin fiestas de mi pueblo, con la esperanza de que el próximo sea aún mejor.
 

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